Resulta curioso, y es un dato que el comisario deberá tener en cuenta, que una parte significativa de las contribuciones que se han recibido en Bruselas en el marco del debate público sobre la PAC que habrá a partir de 2014, sean muy críticas con la agricultura y ganadería industriales. En esas aportaciones, sus autores piden que, o no reciban ayudas públicas, o que éstas sean limitadas. Es evidente que las explotaciones que practican ese tipo de actividad agraria se nutren del dinero de las arcas comunitarias, consiguiendo grandes beneficios por esta vía, mientras algunas de ellas han provocado importantes perjuicios medioambientales o sanitarios. Pero también está claro que, sin ellas, la seguridad alimentaria en cantidad no estaría garantizada y no podríamos comer muchos productos frecuentemente a precios asequibles. El comisario Ciolos va a necesitar mucha mano izquierda para lograr un equilibrio entre los cuatro aspectos que citó en su discurso (los sociales, económicos, medioambientales y territoriales) a la hora de diseñar la nueva PAC, garantizando al mismo tiempo y en lo posible la seguridad alimentaria, tanto en cantidad como en calidad, y respetando las contribuciones recibidas, que piden menos ayudas (o ninguna) para las explotaciones industriales. Si no tiene en cuenta estas aportaciones, le acusarán de no seguir el proceso democrático que él mismo inició. Pero si recoge esas ideas, también se enfrentará a muchos problemas. Ciolos se va a mover en un difícil equilibrio durante los próximos meses.
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